París, la ciudad de la luz, destino interesante donde los haya. Muchos de los que volamos a Londres en el primer episodio de Pan Am, estábamos deseando descubrir otra ciudad de la mano del grupo de azafatas más bellas e interesantes de la televisión. Ya se sabe que cuando uno pone muchas expectativas en algo, sólo es cuestión de tiempo que acabe apareciendo la decepción. En el caso de Pan Am esa sensación llega pronto. No es que We’ll Always Have Paris haya sido un mal capítulo pero, dada la calidad del piloto, sabe a poco. ¿Lo comentamos?
Probablemente el mayor error de We’ll Always Have Paris es un exceso de información. El 1×02 resuelve tramas iniciadas en la premiere. Historias jugosas que podrían haber tenido continuidad sin resultar aburridas. El hecho de saber ya qué ha hecho desaparecer a Bridget Pierce o que los problemas entre Laura y Kate Cameron y su madre estén cerca de resolverse, le restan emoción a los episodios venideros. Si le añadimos una trama bastante predecible en lo que a Maggie se refiere y el atisbo de un idilio entre Dean y Colette, el resultado es una sensación agridulce. Parece que de todas las facetas que Pan Am puede explotar, en este episodio se queda con la de culebrón. No es que no me guste que haya un toque de culebrón, al contrario, me encargo de las reviews de Anatomía de Grey en este mismo blog, pero esperaba algo más de acción y suspense y algo menos de romance en este episodio.
Empecemos por Maggie Ryan. Nuestro sobrecargo hace toda una declaración de intenciones justo al principio del episodio. Se enfrenta a Miss Havermayer ante la báscula en la inspección de azafatas de cada día. El rol de Maggie queda totalmente definido, sus ideas en cuanto a la discriminación de la mujer y su sumisión a la dictadura de la imagen están más que claras. Este mismo concepto planea alrededor de su trama. Un pasajero con unas copas de más y una idea muy determinada de lo que una buena azafata debe hacer, intenta propasarse con ella. El hombre no sabe a quién se enfrenta, un tenedor y una frase: no estoy incluída en el precio del billete, saldan una situación que, hoy en día, habría acabado con el pasajero detenido nada más aterrizar pero que, en aquel entonces, sólo va a causarle problemas a Maggie.
Lo más interesante de esta trama es la reacción de Ted, el primer oficial, que justifica al pasajero y le pide disculpas en nombre de Ryan. Ted piensa que Maggie debe agradecerle su gesto e incluso se permite bromear con el acontecimiento pero, como ella misma le dice ya en París: Has hecho lo correcto para que él vuelva a intentarlo con otra chica. Me interesa mucho ver cómo evoluciona la relación entre Ted y Maggie, sus caracteres son muy diferentes pero están condenados a entenderse. Además, parece que Ted tiene algún interés por Maggie pero, si espera que ella le haga el mínimo caso, deberá cambiar algunas de sus actitudes.
Maggie no es la única que tiene un vuelo movidito, a Kate y a Laura también les espera una sorpresa: Judith Cameron, su madre, también viaja a París con Pan Am. La historia de reconciliación entre Laura y su madre se hace un tanto aburrida. La hija perfecta perdonada por su estricta madre a pesar de todo, blablabla. Pero cuando estaba a punto de ponerle una cruz a esta historia, voilà!, la retorcida Judith no volaba a París sólo para ver a sus hijas sino que estaba dispuesta a que su Laura volviera a los brazos de Greg, su prometido, aunque fuera tendiéndole una trampa. Para ser justos, la madre de Laura tiene razón en una cosa: Greg es un buen hombre y como tal, deja marchar a Laura para que conquiste su Kilimanjaro.
En cuanto a Kate, la mayor de las Cameron no puede perdonarle a su madre que siempre la haya mantenido en un segundo plano. Los reproches se suceden a lo largo del capítulo. Kate no entiende porqué su madre no se avergüenza de que Laura sea azafata de Pan Am y, sin embargo, puso el grito en el cielo cuando ella decidió irse a conocer mundo. La respuesta nunca es tan sencilla como que Laura es la favorita, la última escena que Kate y su madre comparten nos da muestra de ello: La Sra. Cameron se hizo un pasaporte cuando su hija mayor empezó a trabajar, pero hasta ahora, no había tenido ocasión de utilizarlo. Ambas tienen la culpa del deterioro de su relación y ambas parecen dispuestas a enmendar sus errores. Trama cerrada, esperemos que sólo por ahora.
Siguiendo con Kate, recibe su segunda misión para el servicio secreto de manos de Richard. Esta vez deberá entregar un paquete en París. Kate se lleva una gran sorpresa al saber quién es la receptora del paquete, ni más ni menos que Bridget Pierce. Antes de hablar de ella, veamos como le va a Dean Lowery tras el abandono. El capitán no puede hacerse a la idea de que no va a volver a ver a Bridget. Unos flashbacks repartidos a lo largo del episodio nos llevan a una fiesta parisina, Dean y Bridget divirtiéndose en un club, bebiendo champagne de la mano de un maître que parece conocer bien a Pierce. Allí es dónde Dean quiere volver, a visitar a un hombre que, quizá, pueda decirle qué le ha pasado a su chica. No lo hará solo, Colette Valois es su compañera de viaje.
Colette es uno de los personajes más interesantes de todos. La escena inicial, subiendo al coche de Dean y haciéndose con los mandos desprende la misma vitalidad, libertad y sensualidad que Colette. En París, ella se convierte en la cómplice de Dean: Lo acompaña a buscar respuestas, aunque sean enigmáticas. El buen amigo de Bridget les dice que es una mujer casada. Dean se hunde y busca consuelo en brazos de Colette. Llega así una mágica y deliciosa escena final, con baile incluído, en las calles de París. Me preocupa que Colette pueda convertirse en el paño de lágrimas de Dean, el personaje podría perder parte de su encanto.
Volvamos, ahora sí, a Bridget Pierce. En mi opinión, Pan Am dinamita en pocos minutos una de sus grandes bazas: los motivos de la huida de Pierce. Sabemos que Bridget cometió un error y que se saltó todas las normas para tratar de enmendarlo poniéndose en riesgo. En el anterior episodio, veíamos al agente del MI6, Roger Anderson, pedirle discrección a Kate, esa es la clave de este asunto. Kate debe llevarle el paquete a Bridget para saber qué le espera si no cumple adecuadamente con su cometido. Bridget Pierce, ahora convertida en Elisabeth Reese de Kansas, Missouri, le ofrece una última posibilidad de echarse atrás pero Kate, deseosa de vivir la aventura de su vida, la rechaza sin pensárselo dos veces. Otra trama cerrada, esperemos que, también, sólo por ahora. La lógica dice que la historia de Bridget Pierce será rescatada de nuevo, aunque sea centrada en la búsqueda de Dean.
Acabamos, como decía al principio, con sabor agridulce. El segundo episodio de Pan Am logra mantener la atención del espectador pero pierde algo de calidad. De todas formas, aún es pronto para hacer un análisis, sólo nos queda ver hacia dónde evolucionará la trama. De momento, vayámonos preparando para la próxima parada: Berlín.
Es vuestro turno, ¿os ha convencido We’ll Always Have Paris?