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Review Pan Am: Kiss Kiss Bang Bang

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Estos últimos días se ha hablado mucho sobre la cancelación o no de Pan Am. Karine Vanasse, es decir Colette, soltó la bomba en twitter: la serie volvería con un solo episodio tras el parón navideño. Minutos después, la ABC desmentía a la actriz asegurando que se emitirían los 14 capítulos previstos de la primera temporada y que aún no se había decidido nada sobre la renovación por una segunda. Lo cierto es que muchas webs especializadas dan por cancelada la serie pero mientras el canal no lo confirme hay esperanza. Entre tanto, Pan Am volvió a nuestras pantallas con el último episodio de 2011. Un capítulo más bien flojete pero con un espectacular cliffhanger que esperemos que traiga de vuelta a unos cuantos espectadores en enero. ¿Lo comentamos?

Kiss Kiss Bang Bang es un título muy rimbombante para un episodio con poco de especial. Un capítulo como este podría ser perfecto para aligerar una temporada intensa de una serie consolidada pero, tal y como están las cosas, pocas cosas interesantes nos deja nuestra tripulación de vuelo para pensar durante las fiestas. De no ser por las hermanas Cameron y por el cliffhanger final, el 1×09 habría sido un episodio prescindible, empezando por Maggie Ryan.

Nunca me ha seducido este personaje, y eso que Cristina Ricci fue una de las razones por las que decidí ver Pan Am. En este episodio, Maggie protagoniza una trama aburrida, predecible y, sobre todo, incoherente. Ya hacía semanas que nos preguntábamos dónde se había dejado Maggie sus convicciones políticas y en este capítulo hemos descubierto que, en realidad, no las tiene, no hay otra explicación. Más que nada porque una persona con unas ideas tan específicas como las que se supone que tiene Maggie Ryan no actúa como lo ha hecho la azafata en este episodio.

Es cierto que la trama empieza con ella tratando de volver a sus orígenes – empujada, eso sí, por su compañero de piso – expresando su punto de vista sobre el armamento nuclear a un influyente político pero, una botella de brandy después, Ryan se convierte en lo que el congresista esperaba: Alguien con quien pasar la noche. Cosa que está muy bien pero que no concuerda con lo que sabíamos de Maggie hasta ahora. Un final de trama con un cierto tono de comedia de enredo, con incendio accidental incluído, que termina con Maggie huyendo de la habitación y con el congresista Rowlings loquito por sus huesos. Habrá que ver si tiene continuidad.

Más allá de la trama, Maggie Ryan tiene un gran problema: Cristina Ricci sobreactúa de una forma casi increíble. Todos los gestos de Ryan están llevados al extremo, sus muecas, sus movimientos… Tanto que a veces da la sensación de que Ricci está tan ocupada tratando de salir estupendísima en pantalla que se olvida de que debe hacer creíble a su personaje.

Vamos con otra trama que, personalmente, detesto: la de Dean y Colette. Sé que a muchos de vosotros os gusta esta pareja, yo no puedo soportarla. No me gusta que Valois sea el paño de lágrimas de Dean porque no me cabe ninguna duda de que si Bridget vuelve a aparecer en escena el capitán volverá a sus brazos más rápido que Speedy González.

La historia, sin embargo, no empieza mal. Me gustaba la idea de Dean enseñando a volar a Colette, es romántico y con ese punto soñador que tanto nos gusta de la francesa. Lástima que todo se desvanezca en medio de las discusiones de Dean y su padre. A partir de aquí la historia se vuelve anodina y arrastra a Colette a desempeñar el rol de novia sufriente que no sabe si su galán tiene aún sentimientos por su ex. Un papel que no le sienta nada bien. Al final ambos viven su particular final feliz en el pajar. Veremos cómo continúa.

Vayamos con la pequeña de las Cameron y Ted Vanderwey, una pareja que cada día me gusta más. Era cuestión de tiempo que Laura acabara dándose cuenta de lo que tiene delante. En este caso, la defensa de Ted ante un capitán dictador abre los preciosos ojos de Laura que, al fin, ve a Vanderway como una opción.

Lo que sigue es una trama francamente entretenida en la que Ted y Laura se alían para que el primer oficial pueda alardear ante Amanda Mason – quedémonos con el nombre -, su amor de la adolescencia que, como todos los amores de la adolescencia, jamás le hizo ni caso. Así, enfundada en un vestido de los que quitan el hipo, Laura hace su particular y velada declaración de intenciones ante Ted pero, como era de esperar, las cosas no iban a ser tan sencillas. Para cuando la pequeña de las Cameron quiere entrar en acción Ted ya se ha marchado, concretamente a la habitación del hotel con su antiguo amor.

Como decía, una trama amena que abre otra: un triángulo amoroso muy interesante. ¿Desplegará la pequeña Cameron todas sus armas para traer a Ted de vuelta a su regazo? ¿O dejará que sea feliz con el que fue su primer amor? Estoy deseando verlo.

Vayamos con Kate que, si bien no ha tenido su mejor noche, conserva intacta toda su magia. Tras todo lo vivido con Niko Lonza, Kate decide que ya ha jugado suficiente a los espías y le comunica a Richard su intención de dejar el servicio secreto, pero salir no va a ser sencillo.

En Kiss Kiss Bang Bang Kate se enfrenta a la que cree que será su última misión. Los soviéticos están a punto de recibir una lista con el nombre de varios agentes norteamericanos, Kate debe llevar hasta Londres una lista falsificada para que el agente Anderson pueda intercambiarlas y mantener a sus agentes a salvo. Lo que empezó siendo un sencillo transporte se convierte, en Londres, en una misión algo más complicada. La pelirroja se niega, ya no es su problema, pero Anderson se guarda un as en la manga, un par de nombres que acabarán en manos de los soviéticos si Kate no hace su parte: Bridget Pierce y Niko Lonza.

De nuevo, las ataduras personales, la cuerda con la que la CIA mantiene atada a Kate. La pelirroja borda su papel de azafata tonta y accesible. A Roger se le ve algo más incómodo ¡y eso que él es el profesional! Ambos se camelan al joyero que accede a llevarles un carísimo brazalete al hotel donde Kate deberá entretenerlo media hora.

Las escenas finales de esta trama son desordenadas y trepidantes. Kate con el joyero en el hotel, viendo cómo pierde la paciencia y cómo empieza a sospechar que todo sea una trampa, una alarma de incendios, una persecución desesperada que culmina con Kate cogiendo un arma y disparando contra el joyero que ha pillado a Roger con las manos en la masa.

De poco han servido las advertencias de Anderson, Kate siempre va un paso más allá y esta vez creo que ha ido demasiado lejos. Probablemente, este final complique la salida de Kate de los servicios secretos e, incluso, su continuidad en Pan Am. No sabemos a quién ha disparado, no sabemos siquiera si ha disparado a alguien. Lo que sí sabemos es que ella es uno de los principales motivos para volver a vernos las caras en enero.

Hasta aquí el repaso al 1×09 un capítulo con el que, probablemente, hemos comenzado la cuenta atrás para la series finale de Pan Am. Un episodio que no nos ha dado lo mejor de la serie pero sus seguidores sabemos que tiene aún mucho que ofrecer.

Es vuestro turno, ¿qué os ha parecido Kiss Kiss Bang Bang?


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